martes, 17 de enero de 2012

MADUREZ SINONIMO DE PERFECCION




MADUREZ, SINONIMO DE PERFECCION

1Co 2:6  Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen.
1Co 2:7  Más hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos 

  



 




La real academia española define madurez como la sazón de los frutos, es decir,  el punto de perfección de una cosa, así como, el buen juicio, prudencia o sensatez, y la edad de la persona que ha alcanzado su plenitud vital y aun no ha llegado a la vejez. La madurez emocional está definida en que la persona se hace cargo de sí mismo, cuyo proceso de madurez comienza en la adolescencia. Esta, madurez emocional está dada por el desarrollo en su pensamiento y su conducta, y de actitudes que lo hacen superar  su entorno y su persona.  Desde el punto de vista bíblico, la madurez tiene el significado de “completo”, “perfecto”, con respecto a una norma (costumbre, decreto, derecho, determinar, estatuto, ley, límite, medida, necesario, ordenación, ordenamiento, ordenar, ordinaria, plazo, ración, tarea). Es decir, que la biblia nos suministra  las normas para saber que constituye la madurez espiritual. Las normas vienen para motivar, a la no violación de la misma (Abstención); tiene función protectora, protegiendo los beneficios espirituales como materiales y de convivencia; y tiene una función preventiva, preservadora, debe ser usada por todos legalmente. La perfección no tiene que ver con estar exento de errores, si no, con uno que tiene una actitud de obediencia a la norma. Dicho de otra forma, el maduro o perfecto es el que obedece al Señor. Pero no basta solo con obedecer, hay que hacer morir las obras de la carne por el Espíritu (Rom 8:13). El maduro es uno que es experto en la palabra de Justicia, es el que tiene los sentidos (oído, tacto, gusto, vista, olfato) ejercitados en el discernimiento del bien y del mal. (Hebreos 5:11-14) Es el que realiza la obra del ministerio, que no fluctúa, y que no es engañado por estratagemas humanos y que no es llevado de un lado al otro por enseñanzas erradas. (Ef 4:11-16) Hay que tomar en consideración, que las habilidades, talentos o dones especiales no determinan la madurez de un cristiano. Tiene que ver con una actitud mental, con la renovación del espíritu  de nuestra mente (Ef 4:23), de despojarse del viejo hombre en cuanto a,  renunciar  a la pasada manera de vivir (Ef 4:22), de tener buen juicio y en la aceptación de responsabilidad con el conocimiento dado a través de la revelación por el Espíritu Santo, de cómo administrar y operar según el llamado, talento, don o gracia dada por el señor, de revestirse de la nueva naturaleza (Ef 4:24)

Por otro lado, la falta de juicio al obrar es lo que se considera inmadurez. Es la deficiencia de entendimiento del mundo espiritual, personas de mente sencilla y de disposición confiada (ingenuo). Pero no la ingenuidad, que tiene que ver con una persona carente de mal, si no que, con los simples o carentes de sospecha, sin sagacidad, sin cordura, que no tienen formado el carácter de Cristo. Son aquellos que solo poseen un conocimiento natural. Pablo menciona en 1Co 3:1 que los que son carnales, niños espirituales, son los que no han crecido o madurado y tienen poco o nada de entendimiento del poder espiritual, son los que participan de la leche espiritual (enseñanza sencilla), ya que son inexpertos en la palabra de justicia (Heb 5:13)
Cuando la biblia habla de falta de  juicio, se refiere a la falta de concepción que se tiene acerca de los principios bíblicos y espirituales. El de no saber separar los dos ámbitos, el mundo natural y el espiritual, el de no discernir correctamente ambos. Así que, los inmaduros son Incapaces de juzgar correctamente. La comida solida, la palabra revelada, es para los adultos, para los que saben juzgar, para los que están acostumbrados a distinguir entre lo bueno y lo malo.(Heb 5:12-14) La condición mínima de crecimiento y madurez es llegar a ser maestro. (Heb 5:12)
Para alcanzar madurez, debe estar el creyente sujeto, debe someterse, obedecer. Debe ser entusiasta (solícito), no perezoso, si no, imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas. (Heb 6:11-12)


Todo hijo de Dios debe transicionar de las doctrinas básicas de Cristo (Hebreos 6:1)) hasta llegar a ser adulto espiritual y saber escoger lo mejor. Como dice Filipenses 1: 9-11  en la versión DHH:Pido en oración que aumente más y más vuestro amor, y que alcancéis mucha sabiduría y entendimiento en todo,   para saber escoger siempre lo mejor. Así podréis vivir una vida limpia y no habrá nada que reprocharos cuando Cristo regrese; pues entonces presentaréis una abundante cosecha de buenas acciones gracias a Jesucristo, para honra y gloria de Dios”  


 La transición de las doctrinas básicas (Heb 6:1-3  Por tanto,  dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo (repasar una y otra vez las enseñanzas elementales),  vamos adelante a la perfección;  no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas,  de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos,  de la imposición de manos,  de la resurrección de los muertos y del juicio eterno. Y esto haremos,  si Dios en verdad lo permite.) hacia la madurez espiritual está fundamentada en el seguimiento del amor, la sabiduría y el poder del Señor mediante un proceso continuo, hasta que todos lleguemos  a la unidad de la fe. El propósito de Dios es que todos manifestemos al varón perfecto, cuya meta es alcanzar la estatura de la plenitud de Cristo. (Efesios 4:13-15) Permitiendo esto entonces, que ya no seamos inmaduros como los niños, y no seamos arrastrados de un lado a otro ni empujados por cualquier corriente de nuevas enseñanzas. (Nueva Traducción viviente. NTV)
Por ejemplo, Van Gogh afirma lo siguiente: “Tu profesión no es lo que te da el dinero, sino lo que has venido a hacer aquí en la tierra con tal pasión e intensidad que es un llamado espiritual”. Es cierto en gran manera lo que dice,  pero hay que destacar que a veces, lo que hacemos con tanta pasión y fervor no es lo que Dios quiere como llamado para nuestras vidas; de hecho, a cada uno se nos da una manifestación especial del Espíritu para el bien de los demás (1 Corintios 12:7). Por esta razón, podemos citar lo que dice en Efesios 5:17: “Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”. Es por ello, que es directamente proporcional someterse a la voluntad revelada de Dios para conocer cuál es la gracia o el don que nos ha sido dado, y así fluir unidos en la actividad propia de cada miembro, para edificarnos mutuamente hasta madurar. Todos somos imprescindibles, somos interdependientes, nos necesitamos unos a otros. No podemos ignorar las capacidades dadas por el Espíritu Santo (1Corintios 12:1)
Pablo en 1 de Corintios 12:7 menciona que a cada uno le es dado un don espiritual para la edificación mutua del cuerpo de Cristo, y en 1Corintios 12:11, afirma que es el mismo Espíritu Santo quien distribuye estos dones, produciendo así concordancia, armonía y unión entre los creyentes para la edificación. Es necesario para poder crecer espiritualmente que nos preocupemos y que seamos vigilantes los unos por los otros, y que el amor de Dios sea la meta más alta y al mismo tiempo deseando los dones especiales del Espíritu Santo, fluyendo cada uno en su unción, para ir edificándonos mutuamente.
Ahora bien; el Espíritu Santo del señor hace que obremos con madurez, aun para nuestra defensa y para testificar de Cristo. Por ello es importante una actitud espiritual correcta, el de no ver los asuntos simplemente desde el punto de vista humano. (Mat 10:19-20; Luc 21:14-15)
El Examinar y averiguar cuidadosamente una cosa y sus circunstancias es función del Espíritu Santo. Es él quien inquiere, juzga, escruta, los conocimientos de Dios y los corazones y las intenciones del hombre. El Espíritu Santo nos concede lo que es de Dios, acomodando lo espiritual a lo espiritual (1Co 2:12-14), nos otorga la mente de Cristo, dándonos la capacidad de juzgar y de percibir el mundo sobrenatural. De allí la importancia de intimar con El, de tener comunión con el señor diariamente, de escudriñar las escrituras, de orar sin cesar y el de conocer su voluntad.
Cabe destacar, que la madurez a través de las enseñanzas y revelación de la palabra, prepara al pueblo para que lleve a cabo la obra de Dios  en la edificación de la iglesia, que es el cuerpo de Cristo. (Efesios 4:12). Es él; Cristo, como cabeza, el que hace que todo el cuerpo encaje perfectamente, y cada parte al cumplir con su función específica, ayuda a que las demás se desarrollen, y entonces todo el cuerpo crece y está sano y lleno de amor. (Efesios 4:16 NTV).Es imprescindible, que cada creyente conozca su llamado o función.
Este crecimiento o madurez  es gradual, pero puede ser lento o rápido, temprano o tardío; todo depende de la entrega y de la obediencia del cristiano. Debe estar ocupado en estas cosas, en lo referente a la lectura, meditación, intimidad con Dios y su espíritu Santo, congregarse, recibir la impartición de la palabra a través de los ministerios. Como dice 1Timoteo 4:15   “Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos”. Debe tener conocimientos sólidos de la palabra del Señor para discernir el mundo espiritual y poder ser efectivo y victorioso.



En el curso de lo que venimos mencionando; los encargados o comisionados para esta tarea de madurar a los creyentes son los líderes constituidos por Cristo. Hombres y mujeres llamados y capacitados con una gracia especifica, con el fin de perfeccionar a los santos. (Ef 4:11-12) Pero, el cuerpo debe ayudarse mutuamente de acuerdo a la actividad propia de cada miembro, es decir, que el cuerpo entero se ajusta y se liga bien, mediante la unión de todas sus partes; y cuando cada parte funciona bien, todo el cuerpo va creciendo y edificándose en amor (Ef 4:16 DHH) y así ir alcanzando la unidad de la fe. (Ef 4:16). No podemos lograr la madurez fuera del cuerpo ya que de allí parte la estimulación de unos a otros en el crecimiento. (Heb 10:24-25) El individualismo en Cristo, no existe.

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